martes, 21 de noviembre de 2017

Tu abrazo de luz

Yo tenía un corazón tan metido hacia dentro,
que había cogido forma de tortuga.

Yo tenía un caparazón de mentiras,
un circo con mil dudas,
un formulario de auto desprecio,
y un dedo acusador,
que me hacía imposibles las noches.

Pero entonces un día,
frente a todas las zarzas de mi cuerpo,
apareció la rosa de tu voz,
los petalos de tus labios,
y el polen de tu abrazo.

Sentí luz,
sentí liberación,
sentí perdón,
y sentí esperanza.

Ahí estabas tú sin ningún escudo,
enfrentándote a mi invierno,
retando a mis fantasmas con tu amor sin cadenas,
y con esa alegría tan honda,
que podría colorear el mundo de una pincelada.

Al principio yo me sentía debil e inexperto,
con todas las heridas del pasado expuestas,
y mi intimidad colgando en tus manos.

Pero tú,
con la paciencia de una madre,
empezaste a dibujar corazones en cada cicatriz,
a coser con caricias cada parte de mi cuerpo,
y a besar con ternura cada miedo emergente.

Me rescataste,
como aquel que cree en lo que ve,
y espera en lo que siente,
y yo,
con la confianza que tiene un ciego a su guía,
decidí agarrar tu oferta,
y caminar contigo 
hasta que me lleve la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario